Si me preguntáis en dónde he estado
debo decir «Sucede».
Debo de hablar del suelo que oscurecen las piedras,
del rí­o que durando se destruye:
no sé sino las cosas que los pájaros pierden,
el mar dejado atrás, o mi hermana llorando.
¿Por qué tantas regiones? ¿por qué un dí­a
se junta con un dí­a? ¿por qué una negra noche
se acumula en la boca? ¿por qué muertos?

Si me preguntáis de dónde vengo, tengo que conversar con cosas rotas,
con utensilios demasiado amargos,
con grandes bestias a menudo podridas
y con mi acongojado corazón.

No son recuerdos los que se han cruzado
ni es la paloma amarillenta que duerme en el olvido,
sino caras con lágrimas,
dedos en la garganta,
y lo que se desploma de las hojas:
la oscuridad de un dí­a transcurrido,
de un dí­a alimentado con nuestra triste sangre.

He aquí­ violetas, golondrinas,
todo cuanto nos gusta y aparece
en las dulces tarjetas de larga cola
por donde se pasean el tiempo y la dulzura.

Pero no penetremos más allá de esos dientes,
no mordamos las cáscaras que el silencio acumula,
porque no sé qué contestar:
hay tantos muertos,
y tantos malecones que el sol rojo partí­a,
y tantas cabezas que golpean los buques,
y tantas manos que han encerrado besos,
y tantas cosas que quiero olvidar.

Hay 2 comentarios

  1. ¡Qué poema!
    jueves, 11 de diciembre de 2008 a las 10:25

    ¡Qué poema!
    Vamos a buscar un corazón. O a mi hermana llorando. Y tantas cosas que quiero olvidar.

    Un abrazo a todo el mundo. Un amante de la poesía busca sitio para la palabra grande,bella,sincera de una gran persona.
    Parecerá una tontería pero he descubierto el poema hace cuatro días.Al menos tengo la suerte de haberlo conocido.
    No sé quién va a leer el comentario:en cualquier caso un abrazo.Goyo

  2. martes, 5 de octubre de 2010 a las 02:05

    Y, casi dos años después, lo leí yo. Un saludo, Goyo, con dos años de retraso.