Querido Pierrot,

disculpa que no te haya escrito antes para contarte mi experiencia en el IPEX de Birmingham, pero la aventura aún me tiene fí­sicamente derrotado. Apenas he dormido la última semana y este viejo caballo ya no aguanta igual los trotes de la vida. Sé que sabrás disculparme.

En primer lugar te diré que el viaje ha sido tan accidentado como emocionante. Desde llegar a una gasolinera con el depósito ya vací­o, a tener que esperar para que un compañero se hicera el pasaporte instantes antes de despegar. Desde sufrir las lluvias y nieves inglesas, a perder el avión de vuelta por unos minutos y tener que esperar durante horas en el aeropuerto. Desde convencer a un Hooligan inglés para no medir mis fuerzas con él en la barra de un pub, a… ¿para qué seguir?

Del IPEX te diré que es un bazar impresionante. Su enclave, El NEC (National Exhibition Centre) de Birmingham, es una moderna Torre de Babel donde puedes encontrar gente de todo el mundo comprando y vendiendo sus almas. Ceder a la mecánica de este mundo moderno me aterroriza. Espero encontrar el momento de escapar de sus prisas, mentiras y miedos.

Pero no es el IPEX lo que me ha regalado lo mejor del viaje. Me quedo con la visita al condado de Shakespeare, con las mujeres insensibles al frí­o de Coventry, con la autenticidad de la catedrales y casas de la vieja Inglaterra, con la pausada amabilidad de la gente del campo y con el descubrimiento de la comida hindú. Sin duda, Inglaterra es un paí­s tan decadente como grande.

No te robo más tiempo. Sigue durmiendo ajeno a esta jungla que nos acecha.

Take care and sleep tight,
David

P.S.: ‘the wind in the trees is sighing and old england is dying’

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