En sus sueños, Pierrot muere una y otra vez. Sus ojos se cierran cada noche para recibir con serenidad el frío abrazo de la muerte. Sabe que este será de nuevo el último día de su vida y, aún así, sonríe mientras avanza sin miedo hacia la oscuridad.
A su paso, la seda caida que viste a las veletas le indica la dirección en la que el viento sopla. Y, allí, divisando el horizonte en busca de su amanecer, es invencible. Esta noche su viaje no hecho más que comenzar y, sin embargo, está ya tan… tan lejos.
me encantaron los poemas son muy bonitos y me llegaron demasiado senti mucho al leerlos fue como leer unas pequeñas situaciones que en mi vida ocurrieron.espero sigan subiendo mas…adios…barbara.
Gracias, Barbarita.