Y allí­ solo en el desierto,
con su cuerpo empapado de arena,
se levantó y gritó,
gritó a los cielos su poesí­a.

Y sus palabras retaron al viento,
y este, enfurecido, desnudó su cuerpo.
Y allí­, solo y desnudo,
escupió al silencio su poesí­a.

Y llamó a los hombres,
pero nadie le dio respuesta.
Y allí­, vencido y solo,
vació su alma llena de poesí­a.

1993

Hay 11 comentarios

  1. miércoles, 23 de agosto de 2006 a las 05:30

    excelente yo quisiera tener el talento que tienes pero ni modo 🙁 :d

    visitame!!!!!!!!!!

  2. sábado, 2 de septiembre de 2006 a las 14:24

    Lo haré, Lilia.

    Saluditos

  3. Schehrazada
    viernes, 9 de febrero de 2007 a las 22:14

    Es simplemente excepcional

  4. lunes, 12 de febrero de 2007 a las 01:05

    Gracias por ser tan generosa, Schehrazada.

    😀

  5. monik
    lunes, 16 de abril de 2007 a las 15:33

    QUE TE PUEDO DECIR…..
    QUIZAS SOLO
    TE PUEDO SOí‘AR….

    ERES GENIAL.

  6. Seidy
    lunes, 23 de julio de 2007 a las 08:33

    Volteo de pronto hacia mi interior
    Inexplicable es el hecho de verme a mí­
    Siguiendo tus pasos, sin ver el exterior,
    Temblando, mi vida, por verte a tí­.
    Así­ es que comienza ésta travesí­a,

    Alegre al principio y triste al final
    Lo canto sin voz, mediante poesí­a,

    Cantar siendo muda es mi tenue señal.
    Oro y joyas no opacan tu brillo,
    Razones me sobran de comenzarte a amar.
    Amado por eso nació un estribillo,
    Zafiro y diamante, estrella polar;
    Oh! Vida mí­a! dame un consuelo chiquillo
    Negando a mis ojos volverte a llorar.

    Con lo poco que he leí­do me has dejado sorprendida… seguiré visitándote. Saludos!!! 😆

  7. lunes, 30 de julio de 2007 a las 16:44

    Muchas gracias, Seidy. Espero que lo hagas. 😉

    Por cierto, me gusta mucho tu estilo. No dejes de compartirlo con los pocos que nos reunimos aquí­, por favor.

    😀

  8. janis
    viernes, 25 de enero de 2008 a las 18:37

    Bueno pues esto no es mí­o, pero me gusta y además ya sabes que de vez en cuando me siento generosa y hago regalos literarios a mis desconocidos conocidos.

    Es tarde ya en la noche
    y la playa está desierta.
    Rompe el mar
    sobre las rocas.
    Un aire cálido,
    espeso de salitre
    y de recuerdos,
    me baña la cabeza.
    Cierro los ojos.
    Inhalo.
    Me dejo llevar.
    Y luego pienso,
    como casi siempre
    que me pasan estas cosas,
    en Proust.
    Pero no he leí­do
    a Proust.
    Qué importa.
    La vida es bella.
    Quién necesita
    a Proust.
    (Roger Wolfe)

  9. sábado, 26 de enero de 2008 a las 03:02

    Eso digo yo, ¿quién necesita a Proust?

    Gracias, Janis.

    😉

  10. Susana
    sábado, 16 de febrero de 2008 a las 17:23

    EMBRIAGAOS

    Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, teneis que embrí­agaros sin tregua.
    Pero ¿De que?. De vino, de poesí­a o de virtud, de lo que queraí­s. Pero embriagaos.
    Y si, alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la tristona soledad de vuestro cuarto, os despertaí­s, disminuida ya o disipada la embriagez, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que gime, a lo que rueda, a cuanto canta, a todo lo que habla, preguntadle la hora que es; y el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj, os contestará: «Es hora de emboracharse». Para no ser esclavos y mártires del tiempo, embriagaros sin cesar. De vino, de poesí­a, o de virtud, de lo que queraí­s.

    CARLOS BAULADELAIRE

    Un abrazo

  11. lunes, 18 de febrero de 2008 a las 23:40

    Pues sí­, mi querida Susana. Hay que emborracharse de emociones hasta llenar el alma, como bien decí­a Baudelaire.

    Por cierto, ¿sabes que el libro al que pertenece este poema en prosa de Baudelaire lo perdí­ hace muchos muchos años justo en frente de tu actual casa? El spleen de Parí­s. Un libro que, a su vez, tiene también otro curioso significado para mí­. Ya te lo contaré.

    Y, bueno, déjame que te felicite una vez más porque, al fin y al cabo, aún sigue siendo tu cumpleaños.

    Un beso, Susana.

    (Entre tú y yo, dificí­lmente podrí­a enviar un beso más sincero).