A punto está de escaparse ya el dí­a. Un dí­a terriblemente largo e intenso que comenzó para mí­ ayer Domingo por la mañana. Un Domingo tortuoso que no era si no el preludio de una mañana de lunes ajetreada, de una tarde emocionante y de una noche llena de pasión.

Ahora, con la vista un tanto borrosa ya por el cansancio, he decidido dar mi adiós a este dí­a tan especial dejando aquí­ la huella de un dí­a imborrable en mi memoria. Porque hoy ha sido uno de esos dí­as que sabes que formarán parte de ti para siempre.

Pero, claro, qué sentido tienen todas estas palabras para quien ha extraviado su atención en el olvidado rincón donde habitan mis silencios. Supongo que ninguno. Y, sin embargo, resulta difí­cil explicar el enorme sentido que tienen para mí­ en estos momentos. Así­ que aquí­ las dejo ahora para que «se hundan o naveguen» en la eterna deriva del tiempo y, sin más, me retiro a dormir… con el cuerpo derrotado y el espí­ritu lleno de aliento.

Hasta mañana.

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